26 septiembre 2013

Consejos para perder peso

A menudo las vacaciones nos dejan con algún kilo de más, y septiembre suele ser un mes de “buenos propósitos”, por ello muchas personas consideran idónea esta época para ponerse a dieta.
Lo primero que debemos saber es que las “dietas” temporales no son recomendables. Lo ideal es modificar nuestros hábitos, aprender a comer sano (recuperemos nuestra riquísima dieta mediterránea que nos protege de multitud de enfermedades crónicas) y mantener cierto grado de actividad física, para conseguir un estilo de vida más saludable a largo plazo. Esto requiere el tiempo, la motivación y la disciplina suficientes, pero es la única garantía de éxito.
Desconfiad de las dietas “raras” y supuestamente “milagrosas”, no existen, si funcionaran no se seguirían inventando nuevas y hace tiempo que habrían desaparecido los problemas de sobrepeso. Hay infinidad, a cuál más sorprendente: dieta de la alcachofa, de la piña, del plátano, del kiwi, de la manzana, del chocolate, etc. Unas son un absoluto engaño, otras ponen el organismo al límite con riesgos graves para la salud. Pero es que además provocan un efecto rebote, por el cual, tras la pérdida rápida de una cantidad importante de peso, se recupera aún más de lo perdido y después es mucho más difícil bajar.
Lo correcto es mantener la proporción adecuada de nutrientes (55% de hidratos de carbono, 30% de grasas y 15% de proteínas), no perder más de 4-5 kg al mes, seguir una dieta personalizada (elaborada exclusivamente para nuestro caso, ya que es fundamental tener en cuenta las características y necesidades individuales de cada uno para confeccionarla) y llevarla a cabo bajo la supervisión y el seguimiento de un profesional de la salud cualificado.


Si ya te encuentras en el camino correcto, aquí tienes una serie de consejos que pueden ayudarte:
·      Mantener unos horarios regulares y procurar realizar 5 comidas al día, reduciendo las cantidades a medida que transcurre la jornada (“desayunar como un rey, almorzar como un príncipe y cenar como un mendigo”). Cenar pronto dejando que transcurran al menos un par de horas antes de acostarse, ya que a partir de las 7 de la tarde el metabolismo comienza a enlentecerse. ¡No alternar períodos de ayuno con comidas abundantes!


·      Tomar bocados pequeños y masticar lentamente. Así facilitamos el primer paso de la digestión, damos tiempo a que nuestro cerebro nos “avise” que estamos saciados y no consumiremos cantidades mayores de las que realmente necesitamos. Parar antes de “estar lleno”.


·      Cuando estamos nerviosos, nuestro organismo nos “pide” alimentos hipercalóricos ricos en azúcares y sodio que sacian rápidamente pero hacen que volvamos a tener hambre pronto. Huir de la “tentación” de “picoteos poco saludables”. Lo mejor es consumir hidratos de carbono de absorción lenta (algunas frutas como los frutos rojos, las fresas o las cerezas, verduras, cereales integrales, legumbres) que mantendrán durante más tiempo la sensación de saciedad, y evitar los hidratos de carbono de absorción rápida (dulces, helados, bollería, zumos de frutas envasados, bebidas edulcoradas).




·       Tomarnos nuestro tiempo y disfrutar de la comida. No hay alimentos “buenos” ni “malos”, una vez elegido lo que vamos a comer eliminar cualquier sentimiento de culpa. Una actitud positiva hacia la comida favorecerá que “nos siente mejor”.


·       No mezclar comida con trabajo ni iniciar éste inmediatamente después de comer. Intentar que el rato que dedicamos a la comida sea un momento de relajación y desconexión de las preocupaciones. Procurar evitar discusiones y conversaciones conflictivas. Sentarse en una postura cómoda, erguida, sin inclinarnos ni cruzar las piernas. Evitar realizar otras actividades como leer, mirar el móvil o ver la televisión mientras se come, nos distraemos y comemos sin darnos cuenta.


·       Ingerir la mayor parte de los líquidos diarios (agua preferentemente, lo ideal es 1,5 litro – 2 litros) entre comidas, durante éstas un vaso es suficiente. Reducir o eliminar los refrescos carbónicos y azucarados.


·       Dar prioridad a los alimentos locales y de temporada y a la comida fresca, disminuir precocinados, enlatados y no excederse en el uso del microondas. Evitar los fritos, cocinar a la plancha, al horno o al vapor.




·      No abusar de las proteínas, los alimentos crudos, fríos, congelados, ensaladas (disminuir su ingesta por la noche), ni de la sal. Disminuir el consumo de carne roja e incrementar el de pescado. Evitar los picantes, los fritos, las grasas de origen animal, alcohol y café.

·      Los lácteos deben ser desnatados. Tener cuidado con el queso, pues posee alto contenido en grasas. Son preferibles los quesos frescos, menos grasos y con más agua.



El sobrepeso no es sólo una cuestión estética, constituye un problema importante de salud en la sociedad actual. No es necesario “pasar hambre” ni que la comida sea un motivo de sufrimiento para mantener el peso adecuado. Si seguimos las pautas correctas podemos comer de todo con moderación, e incluso, darnos algún capricho de vez en cuando.
Llevar una vida sana es lo mejor que podemos hacer para prevenir enfermedades y la alimentación es un pilar básico de nuestra salud.






¡Hasta la semana que viene!

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