Para
algunos, leer es una obligación y para otros, una incurable adicción. Para
estos últimos, en la mayoría de ocasiones, se convierte en un vía de escape, en
un método para reflexionar o, sencillamente, en alimento para su imaginación.
Algunos
se empeñan en dividir por géneros, pero no en los tradicionales —narrativa,
poesía y ensayo—, sino que establecen categorías por temática, nacionalidad del
autor, público al que va dirigido, época, etc. Todo bien organizado, estructurado,
etiquetado y encasillado, como si en lugar de historias vivas, esto fuera una
ferretería donde las brocas HSS titanio rectificadas, que son totalmente
diferentes a las laminadas con placa de carburo de tungsteno, hubieran de estar
en una anaquel distinto de los tornillos tirafondo para madera regulados por la
norma DIN-97, y por supuesto, varios pasillos más allá, no mezclemos.
Así que
procedamos a etiquetar la última novela de Anna Casanovas. Sin miedo a nada es una novela romántica, del subgénero contemporáneo
y de autora española. ¿Que cuenta una historia de amor? Sí, ese es su eje
central, como el de tantas obras del cine, la literatura, la música, la
pintura… Y es que el amor parece ser un tema que obsesiona al ser humano, quién
sabe por qué. Pero ahí están las ventas como muestra de ello.
Con lo
cual, ¿en qué estantería deberíamos colocarla?, no vaya a sorprenderse nadie
cuando comience a leerla, ni sea que alguien intente descubrir una historia por
sí mismo, ni corra nadie el riesgo de disfrutar de algo que supuestamente no está
dirigido a él o a ella. Mucho cuidado. Necesitamos los prejuicios para seguir
manteniendo un orden.
¡Menos
mal que llegó la discreción del ereader
y las apariencias quedaron intactas!
Así que
para aquellos que disfruten sumergiéndose en una bonita historia de amor, allá
vamos con esta novela de Anna Casanovas, una autora que, tras leer desde hace
muchos años, nos ha sorprendido con un giro tanto en su estilo como en los
elementos que ha introducido.
Si
leéis la sinopsis de Sin miedo a nada,
a muchos se os pasará por la mente una expresión similar a “¡menudo topicazo!”.
Sí, el hombre atractivo, millonario y con un pasado oscuro, que conoce a una
chica a la que le cuesta llegar a fin de mes, abnegada cuidadora y profesional
indiscutible. Muy habitual, muy recurrente… igual que el helado de chocolate,
los espaguetis a la carbonara, el color negro, la lluvia, la lista de canciones
del iPod, los regalos, las vacaciones… Todo se repite en la vida y no por eso
deja de ser especial.
Alejandro
Cruz es uno de los cuatro componentes de Malditos bastardos —nombre también de
la saga que comienza este libro—, una banda de rock and roll, y “el segundo hombre vivo más atractivo del mundo,
según la revista Vanity Fair”. Pero
además está a punto de convertirse en un adicto a las drogas y el alcohol. Tal
es el caos que invade su interior que… estrella su Porsch en el escaparate de
Chanel en Barcelona. Y para librarlo de la cárcel, su representante accede a un
pacto con el fiscal, Alejandro tendrá que pasar un mes en una clínica de desintoxicación.
Con lo
cual, tenemos un tipo muy enfadado, que no sabe gestionar emociones y al que,
no solo le han quitado la legión de fans que adoraban cada una de sus salidas
de tono, sino que ha de permanecer recluido y controlado.
En ese
ambiente tan agradable y con ese estado de ánimo tan óptimo es donde conoce a
alguien que le hace frente. Y así nace su bonita amistad con Miranda, la
nutricionista y doctora encargada de su caso frente a la fiscalía.
“Esa zorra vengativa lo obligaba a comer como un conejo para castigarlo por el comentario que le había hecho en la consulta.”
Al
personaje de Miranda hay que ir conociéndolo, averiguando qué hay detrás de sus
decisiones y de sus gestos. Por eso es mejor no entrar en su descripción más allá
de lo ya dicho.
Sin
embargo, hay que mencionar al resto de personajes secundarios, porque
probablemente muchos de ellos tendrán su propia historia en otros libros,
¡esperemos! Y la relación que tienen con los protagonistas es bastante importante
en cuanto a significado, tanto al delatar rasgos de estos como por el refuerzo
que suponen para la credibilidad de los motivos de ambos.
Los
escenarios son reducidos, siempre interiores, puede que se deba a que es más
una novela de sentimientos e intimidades que una historia de aventuras. Aunque
sí queda claro que sucede en Barcelona, sin llegar a ser una guía de viajes ni
un callejero, tendencia que prolifera últimamente en muchos libros.
Pero si
hay algo que caracteriza las novelas —y los muchos relatos regalados a sus
lectores— de Anna Casanovas es la dulzura tranquila de su estilo, que ya quedó
definido desde Nadie como tú. Y en
esta ocasión, como comentábamos al principio, además ha dado un giro, ha
escrito de dolor. Quizás, se vislumbraba un poco de ello en la historia de
Helena y Anthony, sobre todo en los demás libros de la familia Martí. En Doce años y un instante, la amargura de
Cecilia y el sufrimiento de Sebastián ya hacían patentes lo que antes solo eran
insinuaciones sobre una nueva manera de escribir, una dimensión más profunda en
la narrativa de la autora. Y, definitivamente, aquí se consolida.
Y no
solo eso, sino que en esta vorágine de novelas eróticas, azote va y actuaciones
corales vienen, que invaden la oferta dirigida a los lectores, Anna Casanovas
transgrede uno de los detalles que también han caracterizado sus obras,
incluyendo escenas que no terminan con un beso y poco más. Curiosamente, al
hacerlo, también da una lección de buen gusto, demostrando cómo ser explicito
sin caer en la vulgaridad.
Además,
el cambio de perspectiva de uno a otro capítulo, siendo unas veces la voz de
Miranda en presente y primera persona y otras veces, una tercera persona
enfocada principalmente en Alejandro y en pasado, hace que el lector esté
atento y pueda obtener una panorámica más completa de lo relatado.
¿Pegas?
El final, sabe raro. Pero, posiblemente, este motivado por un intento de dejar
hilos pendientes y abrir nuevos caminos al desarrollo de otras historias, sobre
las que habrá que estar al tanto.
Así que
si este es vuestro género, subgénero o si lo que buscáis son brocas para
porcelana, pero os apetece leer una historia de amor sin más excusas y, además,
echaros algunas risas —el momento Edward es muy bueno—, Sin miedo a nada es una estupenda elección.
Seguid leyendo…
@rpm220981
rpm.devicio@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Eres libre, ¿no? ¡Pues, opina!