Como ya
explican nada más empezar el libro Javier Ikaz y Jorge Díaz, esta aventura la
comenzaron con una página de Facebook, donde todos aquellos que habían cursado
EGB —enseñanza vigente desde principios de los años setenta a mediados de la
década de los noventa— podían y pueden sentirse parte de un grupo, de una
“banda”, y recordar las peculiaridades de una época que desapareció pero que aún
hoy sigue dentro de cada uno.
Después,
con un crecimiento vertiginoso en el número de amigos y seguidores, se lanzaron
a Twitter y abrieron un blog para poder compartir con más personas esos
recuerdos comunes de la infancia y adolescencia. Y ahora, tras muchas
peticiones de la gente, convierten en papel este repaso a aquella época.
Sin
embargo, lo hacen desde un punto de vista alejado de la crítica, la mofa o el
estancamiento, convencidos de la necesidad de ir creciendo y mirando siempre
hacia delante. Es por eso que ya en la cubierta del libro reza la siguiente
máxima “No somos nostálgicos, más que nada porque no hay nostalgias como las de
antes”.
Y en
ese intento de condensar todo el material que han ido recopilando en unas
dimensiones manejables con este nuevo formato, presentan una serie de temas con
los que todo lector perteneciente a “la banda” que fue a EGB puede sentirse identificado
de una u otra manera.
De esta
forma, Yo fui a EGB (Plaza &
Janés, 2013) consigue llevar a cabo dos estrategias estupendas con las que se
suele conquistar al público: la identificación y sentirse parte del grupo. Es
decir, os va a encantar.
Ese
“temario”, manteniendo el vocabulario de aquellos días de pizarras y libros de
texto, lo han dividido en diez unidades con sus correspondientes apartados y
hasta hay actividades y ejercicios al final de cada uno para comprobar el grado
de influencia de esta época en la vida de cada lector.
Jordi Villacampa tenía sus propias Kelme |
Gastronomía,
moda, cine, música, estudios, ocio, automóviles… o lo que es lo mismo, las
merendolas y las chucherías —donde de verdad los niños podían elegir—, la ropa
que se imponía por las madres o por los ídolos del momento, la aparición del
videoclub y La bola de Cristal, las
cintas de casete y el teclado Casio, ¡los controles sorpresa y las manualidades
pegando pinzas de la ropa!, LOS-JU-GUE-TES,
los coches con nombres compuestos por números y el atrezo a base de
tapetes de ganchillo e imágenes de santos y vírgenes pegados en los
salpicaderos… ¿Os suena algo de esto?
El Pitagol o cómo propulsar la saliva "sin querer" |
Alaska mucho antes de Mario Vaquerizo... pero muuuucho antes |
Yo fui a EGB es muy visual, con un diseño desenfadado que
consigue no hacer pesada la cantidad de información que contiene, que es
bastante. Por eso se hace imposible no ilustrar esta entrada con algunas
imágenes que seguro traerán recuerdos a muchos.
Pero,
además, es un libro para compartir. Al abrirlo, a la mente de casi todo el
mundo probablemente lleguen frases del tipo “¡ay, esto se lo tengo que enseñar
a…!”. Y si lo lleváis a cualquier reunión de amigos, se lo mostráis a vuestros
hermanos, primos… o a “los mayores”, las risas estarán aseguradas, porque lo
que proponen Jorge Díaz y Javier Ikaz con esta obra actúa como detonante de
recuerdos almacenados y surgen montones y montones de anécdotas divertidas. Y,
¿por qué no?, también este ejercicio aporta perspectiva a quiénes fueron,
quiénes fuimos los chavales de EGB y hacia dónde caminamos ahora.
Sí, sí, que aquí todo el mundo vio películas suyas y muchos los consideraron héroes a los que imitar. |
¡Seguid leyendo!
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