06 febrero 2014

Bajo la misma estrella

John Green utiliza la voz en primera persona de Hazel, una chica de dieciséis años con cáncer de tiroides y metástasis pulmonar, para contarnos una dura pero tierna historia de amor y amistad que ha conmovido a medio mundo y cuya adaptación cinematográfica será estrenada el 6 de junio en Estados Unidos y el 22 de agosto en España. Aunque tal es el fenómeno fan que ha despertado y las ansias de los lectores por ir conociendo un poquito más la historia que la productora tuvo que adelantar la fecha en que veía la luz el primer trailer oficial de esta película protagonizada por Ansel Elgort y Shailene Woodley y dirigida por Josh Boone.


Bajo la misma estrella, cartel de la película

Pero no sólo ha gustado al público, la crítica le ha dedicado muy buenas palabras, tanto desde los periódicos y medios de comunicación con más repercusión, como The New York Times o el USA Today, a otros autores reconocidos como Markus Zusak, que estrenaba hace poco la versión cinematográfica de su La ladrona de libros.

¿Y cuál es la historia que nos cuenta John Green y que hemos elegido esta semana para unirnos en la conmemoración del Día Mundial contra el cáncer que se hacía el martes pasado, 4 de febrero?

Diagnosticada a los 13 años, Hazel Lancaster es brutalmente consciente de lo irremisible de su futuro. Sin embargo, tras tres años de dolor, gracias a un fármaco experimental, el imaginado Phalanxifor, logran ralentizar el avance de la enfermedad. Y Hazel comienza a acudir a un grupo de apoyo para chicos con cáncer, bajo la insistencia de su madre. Será allí, “en el corazón de Jesús literal”, donde conozca a Augustus Waters.

Augustus, Gus, es un chico de 17 años con osteosarcoma en remisión, que acude a la parroquia donde se celebran las reuniones del grupo para acompañar a su amigo Isaac, afectado de cáncer ocular.

Se gustarán y se enamorarán, por supuesto, y el resto es historia conocida, desafortunadamente. Pero no es eso lo que hace especial esta historia, sino otros pequeños rasgos como la frescura y sencillez que aporta la voz de la protagonista, la complicidad que existe entre los personajes y en la que involucran al lector desde el principio, la naturalidad a la hora de enfrentar temas tan difíciles como la muerte, la enfermedad, la pérdida… Y, sobre todo, lo que marca la diferencia es la actitud de unas personas que deciden vivir al máximo sus emociones y sentimientos aún cuando la vida se les escapa entre los dedos.

“That’s the thing about pain… it demands to be felt”

"Es lo que pasa con el dolor. Hay que sentirlo"

Hazel es un personaje fuerte, atractivo por la sinceridad a la que da acceso al lector a través de sus pensamientos. No se miente, no se cuenta películas absurdas y, muchísimo menos, se autocompadece. Quizás, el hecho de ser una adolescente propicie ese toque de irreverencia, de desencanto frente a las fantasías edulcoradas y mucho arrojo a la hora de aceptar el destino por más que lo desprecie. Sin duda, Hazel Grace, como la llamará Gus, sabe quedarse con lo mejor de este mundo.

Augustus Waters es el guapo, el deportista de éxito, el héroe herido. Es “metafóricamente” encantador. Un personaje que demostrará una sensibilidad y una inteligencia capaces de enamorar a una chica que decide no hacerse querer para minimizar los daños en los demás cuando tenga que despedirse.

Y aún así vivirán su historia al margen de las circunstancias, a pesar de ellas. La otra opción hubiera sido el abandono, como la relación de Isaac —amigo de Augustus— con Monica, que ofrecerá el contraste, el “demasiado” para poder manejarlo.

De todas maneras, Isaac, afectado de cáncer ocular, contará no solo con la amistad incondicional de Augustus sino también de Hazel. Y las conversaciones entre ellos tres serán dignas de leer cuidadosamente para poder apreciar matices que a priori pasarían desapercibidos.

Y no se puede pasar por alto tampoco esa especie de MacGuffin que resulta ser el final de Un dolor imperial de Peter Van Houten. Porque sí, tiene cierto significado como podría ser otro cualquiera, pero su existencia se vuelve crucial para el desarrollo de la obra.

Los escenarios principales son dos puntos muy distintos y distantes: Indiana en Estados Unidos y Ámsterdam en Holanda. Cada uno cumple su función y representa algo diferente, sobre todo desde el punto de vista de los norteamericanos.


Bajo la misma estrella, cubierta

El estilo es sencillo, directo, no deja de ser una chica de dieciséis años quien habla al lector, sí, quizás demasiado madura y con un nivel intelectual por encima de la media, pero sigue siendo una adolescente como ya comentábamos antes.

En cuanto a las temáticas tratadas, además del amor, la muerte y la vida con una enfermedad terminal, en este caso el cáncer, existe un fuerte componente religioso. Las reuniones del grupo de apoyo son en una iglesia y las familias de ambos son creyentes. Se teoriza a lo largo del libro sobre qué hay más allá, si existe un cielo o un paraíso, si hay vida tras la muerte.

Sobre el título, The Fault in Our Stars, decir que el propio John Green dijo en su blog que hacía referencia a un pasaje del Julio César de Shakespeare en que Casio le dice a Bruto:

“The fault, dear Brutus, is not in our stars,
But in ourselves, that we are underlings.”

“La culpa, querido Bruto, no está en nuestras estrellas, 
sino en nosotros, que consentimos ser la servidumbre”

Los puntos negativos son algunas voces que, desde la vivencia de situaciones similares en personas cercanas, han creído muy alejado de la realidad este retrato de adolescentes enfermos. Y, quizás, tengan razón. Hay que ser respetuosos con el dolor de los demás. ¿Pero qué es la ficción sino una manera de soñar, un poco de luz en existencias oscuras, un viaje a otras vidas y a otros mundos? Hazel no es una chica cualquiera, ni Gus es un tío del montón, ni siquiera la abnegada señora Lancaster se comporta como lo haría la mayoría. Pero por cada Scarlett O’Hara hubo millones de Indias Wilkes. ¿Por qué no creer que se puede aspirar a ser más valientes, a disfrutar de lo poco que la vida ofrece a veces? No es más que tener fe en algo mejor. El trailer de la película deja caer la siguiente frase:

“Life doesn’t have to be perfect, for love to be extraordinary”.

“La vida no tiene por qué ser perfecta para que el amor sea extraordinario”


Así que, además de humanizar al enfermo de cáncer con respecto al resto de personas, esta novela lo que lanza es un mensaje abrumador sobre las oportunidades, grita alto y claro: Carpe diem!

Aquí os dejamos el trailer oficial de la película (para poneros los dientes más largos todavía), con subtítulos en algo parecido al castellano.




Leedla, pero tened cerca algún pañuelo, nadie está exento… 

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