Gillian
Flynn alcanzó fama internacional con Perdida
en 2013, pero antes publicó otras dos novelas: Heridas abiertas y La llamada
del Kill Club. Esta última fue elegida por distintos medios estadounidense
como libro destacado de 2009. Pero del que vamos a hablar en esta ocasión es de
la primera novela que escribió Flynn oficialmente.
Heridas abiertas fue publicada en 2006, aunque a
nosotros nos llegue ahora esta edición traducida de mano de la colección Roja
& Negra de Penguin Random House. Y, quizás, haya que agradecer el éxito de Perdida para que podamos disfrutar de
esta impactante historia que hasta ahora había pasado bastante desapercibida en
países de habla no inglesa.
Camille
Preaker es una reportera del Daily Post de Chicago, un periódico que no es
excesivamente popular. Sin embargo, Frank Curry, el director y jefe de Camille,
está convencido de que solo necesitan una gran noticia, un caso en el que los
demás medios aún no tengan puestas sus miras para conseguir destacar por encima
de ellos. Y resulta que en Wind Gap, un supuesto pueblo perdido de Missouri,
acaba de desaparecer una niña de diez años, Natalie Keene, y todo apunta a que
ese secuestro tiene que ver con el asesinato sin resolver de Ann Nash de nueve
años, cometido varios meses antes. Así que Curry decide enviar a Camille para
cubrir la noticia, no solo porque quiera darle la oportunidad de destacar como
periodista, sino porque precisamente ella nació y se crió en aquel lugar.
Y…
hasta aquí podemos contar.
Heridas abiertas de Gillian Flynn, cubierta de la edición de Roja & Negra |
La
historia está narrada en pasado desde el punto de vista de Camille Preaker, como
si ella ya conociera lo que sucedió, hecho que podría convertir toda
información en percepciones sesgadas. Sin embargo, el carácter hermético de la
protagonista hace complicado extraer demasiadas conclusiones.
Desde
el principio, la sensación de extrañeza se adhiere a la piel del lector y se
crea la necesidad de saber más, de encontrar respuestas a preguntas que ni
siquiera se han llegado a formular. Y eso, probablemente, se debe también a que
el personaje de Camille es de por sí algo inquietante. Una joven de unos 32
años que necesita estar alcoholizada para poder soportar a duras penas el
regreso a casa de su madre y su padrastro, Adora y Alan Crellin, miembros de la
clase alta y adinerada de Wind Gap.
La
historia se desarrolla en la actualidad —año arriba, año abajo—, pero lo
realmente perturbador no es la época sino el lugar. Salvo unas pocas páginas
que tienen como escenario Chicago, el resto de la novela le pertenece a Wind
Gap. Este y su sociedad constituyen una especie de microcósmos donde la maldad
y la violencia se expresan de forma cruenta tanto entre sus habitantes como en
el relato que hace Camille de la explotación porcina que quita las ganas de
comer jamón a cualquiera de por vida. De hecho, Gillian Flynn utiliza
sabiamente la transgresión que supone el que una persona en apariencia normal,
integrada en la comunidad —como demuestran ser los personajes de Heridas abiertas—, cometa actos cargados
de vileza. Porque es ese contraste lo que en realidad recrudece el significado
de las acciones.
Más no
se puede decir sobre los personajes ni los escenarios sin revelar detalles que
forman parte de la aventura que ha de emprender el lector. Pero sí cabe añadir
algún otro apunte sobre el estilo, que tiene un peso más relevante que la
propia historia en sí. Porque si en Perdida
muchos andaban precisamente así, perdidos, en Heridas abiertas el desconcierto es aun mayor. El juego de realidades
y perspectivas —las que dan los testigos— se vuelve incluso más denso debido al
constante estado de embriaguez de Camille y a los prejuicios y pretensiones de
los habitantes de un pueblo con tintes de pozo.
Llega a
ser verdaderamente llamativo cómo cada una de las mujeres, ya casadas, se
presenta o alude a otras mencionando su nombre y apellido, pero aclarando cuál
era el apellido que utilizaban de solteras. En cierto modo, eso demuestra la
pérdida de identidad por parte de las mujeres. Y si se une ese detalle a la
constante preocupación del matrimonio, los hijos, las apariencias y las
estrictas normas tácitas cargadas de prejuicios, se podría interpretar que
Gillian Flynn, además de una novela negra o thriller
psicológico, ha tratado de lanzar una crítica a esa sociedad arcaica que
agoniza víctima de sus propias creaciones.
Gillian Flynn |
Si todo
esto no ha conseguido animaros a leer Heridas
abiertas, quizás os de ese último empujón el saber que fue finalista del
premio Edgar de novela negra y que se hizo con el premio Fleming Steel Dragger
como mejor thriller en 2007.
No os olvidéis de seguir leyendo,
@rpm220981
rpm.devicio@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Eres libre, ¿no? ¡Pues, opina!