13 marzo 2014

Heridas abiertas

Gillian Flynn alcanzó fama internacional con Perdida en 2013, pero antes publicó otras dos novelas: Heridas abiertas y La llamada del Kill Club. Esta última fue elegida por distintos medios estadounidense como libro destacado de 2009. Pero del que vamos a hablar en esta ocasión es de la primera novela que escribió Flynn oficialmente.

Heridas abiertas fue publicada en 2006, aunque a nosotros nos llegue ahora esta edición traducida de mano de la colección Roja & Negra de Penguin Random House. Y, quizás, haya que agradecer el éxito de Perdida para que podamos disfrutar de esta impactante historia que hasta ahora había pasado bastante desapercibida en países de habla no inglesa.

Camille Preaker es una reportera del Daily Post de Chicago, un periódico que no es excesivamente popular. Sin embargo, Frank Curry, el director y jefe de Camille, está convencido de que solo necesitan una gran noticia, un caso en el que los demás medios aún no tengan puestas sus miras para conseguir destacar por encima de ellos. Y resulta que en Wind Gap, un supuesto pueblo perdido de Missouri, acaba de desaparecer una niña de diez años, Natalie Keene, y todo apunta a que ese secuestro tiene que ver con el asesinato sin resolver de Ann Nash de nueve años, cometido varios meses antes. Así que Curry decide enviar a Camille para cubrir la noticia, no solo porque quiera darle la oportunidad de destacar como periodista, sino porque precisamente ella nació y se crió en aquel lugar.

Y… hasta aquí podemos contar.

Heridas abiertas de Gillian Flynn,
cubierta de la edición de Roja & Negra

La historia está narrada en pasado desde el punto de vista de Camille Preaker, como si ella ya conociera lo que sucedió, hecho que podría convertir toda información en percepciones sesgadas. Sin embargo, el carácter hermético de la protagonista hace complicado extraer demasiadas conclusiones.

Desde el principio, la sensación de extrañeza se adhiere a la piel del lector y se crea la necesidad de saber más, de encontrar respuestas a preguntas que ni siquiera se han llegado a formular. Y eso, probablemente, se debe también a que el personaje de Camille es de por sí algo inquietante. Una joven de unos 32 años que necesita estar alcoholizada para poder soportar a duras penas el regreso a casa de su madre y su padrastro, Adora y Alan Crellin, miembros de la clase alta y adinerada de Wind Gap.

La historia se desarrolla en la actualidad —año arriba, año abajo—, pero lo realmente perturbador no es la época sino el lugar. Salvo unas pocas páginas que tienen como escenario Chicago, el resto de la novela le pertenece a Wind Gap. Este y su sociedad constituyen una especie de microcósmos donde la maldad y la violencia se expresan de forma cruenta tanto entre sus habitantes como en el relato que hace Camille de la explotación porcina que quita las ganas de comer jamón a cualquiera de por vida. De hecho, Gillian Flynn utiliza sabiamente la transgresión que supone el que una persona en apariencia normal, integrada en la comunidad —como demuestran ser los personajes de Heridas abiertas—, cometa actos cargados de vileza. Porque es ese contraste lo que en realidad recrudece el significado de las acciones.

Más no se puede decir sobre los personajes ni los escenarios sin revelar detalles que forman parte de la aventura que ha de emprender el lector. Pero sí cabe añadir algún otro apunte sobre el estilo, que tiene un peso más relevante que la propia historia en sí. Porque si en Perdida muchos andaban precisamente así, perdidos, en Heridas abiertas el desconcierto es aun mayor. El juego de realidades y perspectivas —las que dan los testigos— se vuelve incluso más denso debido al constante estado de embriaguez de Camille y a los prejuicios y pretensiones de los habitantes de un pueblo con tintes de pozo.

Llega a ser verdaderamente llamativo cómo cada una de las mujeres, ya casadas, se presenta o alude a otras mencionando su nombre y apellido, pero aclarando cuál era el apellido que utilizaban de solteras. En cierto modo, eso demuestra la pérdida de identidad por parte de las mujeres. Y si se une ese detalle a la constante preocupación del matrimonio, los hijos, las apariencias y las estrictas normas tácitas cargadas de prejuicios, se podría interpretar que Gillian Flynn, además de una novela negra o thriller psicológico, ha tratado de lanzar una crítica a esa sociedad arcaica que agoniza víctima de sus propias creaciones.

Gillian Flynn

Si todo esto no ha conseguido animaros a leer Heridas abiertas, quizás os de ese último empujón el saber que fue finalista del premio Edgar de novela negra y que se hizo con el premio Fleming Steel Dragger como mejor thriller en 2007.

No os olvidéis de seguir leyendo,

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