10 abril 2014

Tú, simplemente tú

Federico Moccia, The Return! Y, esta vez, el autor de Perdona si te llamo amor (Planeta, 2008) no llega a España únicamente a través de sus libros o las adaptaciones cinematográficas de estos, sino que sitúa gran parte de Tú, simplemente (Planeta, 2014) en distintas ciudades de nuestro país, por el que además estuvo haciendo un recorrido de seis meses que culminó ayer mismo.

Y, la verdad, es de agradecer que un señor como Federico Moccia, cuyas obras tienen un impacto internacional bastante importante, haya elegido Madrid, Hondarribia y Vejer de la Frontera como escenarios de las peripecias de sus personajes. Pero, además, ese agradecimiento se profundiza debido a la forma tan entrañable y cálida con la que realiza las descripciones de estos lugares y sus gentes.

Federico Moccia, el autor

Pero centrémonos en la historia. Tú, simplemente tú es la continuación de Ese instante de felicidad (Planeta, 2013). Nicco, por fin, ha comprendido que lo suyo con María no era una distracción para olvidarse de Alessia, su ex novia. Y, aunque ambas lo dejaron sin darle ningún tipo de explicación, sabe que a María le sobraron las razones para marcharse de su lado: él parecía incapaz de olvidar a Alessia.

Así que, todavía acostumbrándose a ser el hombre de la casa con dos hermanas y una madre que sufren por la muerte de su padre con la misma intensidad que él, Niccolò decide darle una oportunidad a sus sentimientos por María… La cuestión es que ella está en Madrid y él, en Roma. ¿Pero qué es el Mediterráneo sino un charquito de nada en el camino hacia el amor? Además, cuenta con su inseparable amigo Gio, quien también pena por la ruptura con sus dos novias —simultáneas—, que lo abandonaron al enterarse de la existencia de la otra, de una tercera eventual y de la amiga de la propia María, Paula.

Y es así como Nicco y Gio viajan hasta Madrid…    

Tú, simplemente tú, imagen de cubierta
de la edición española de Planeta

Son ellos dos, emulando a Alonso Quijano y a su fiel escudero Sancho —como ellos mismos admiten—, los protagonistas absolutos de la novela. Es más, comparten con estos otros dos personajes de ficción los que sean quizás sus rasgos más inmediatos. Nicco cree en el amor y su poder para superar cualquier cosa, incluso vencer a los molinos de viento. Mientras que Gio es más mundano, más terrenal en ese aspecto, más práctico. Aunque su María tiene más de Dulcinea que de Aldonza Lorenzo, pero también la buscan como objetivo de su aventura.

Un punto muy favorable es cómo Moccia, a lo largo de las 348 páginas, va trazando con desenfado la relación de amistad que une a ambos romanos. Dos personajes tan diferentes, opuestos en muchas cosas, pero inseparables desde siempre. Es lo que se llama “una amistad vintage”.

Fragmento del libro

La familia de Niccolò, sobre todo al principio, tiene bastante peso, porque le dan a éste una profundidad a base de momentos emotivos, nostálgicos y, en ocasiones, duros, que en el caso de Giorgio no está presente.

Pero es curioso que, salvo un par de excepciones… o tres, todos los personajes que los rodean a los dos son femeninos. Se podría decir que el universo de estos jóvenes se compone de mujeres, con distintos roles —novias, amantes, amigas, hermanas, madres, camareras, telefonistas, secretarias, azafatas, desconocidas…—, pero mujeres. Y no diremos sus nombres para no desvelar lo que no le corresponde a esta reseña.

En cuanto a las localizaciones, además de lo dicho anteriormente, añadir que Moccia va sumergiendo a ambos chicos en cada uno de los tres escenarios españoles y en sus atmósferas. Habla de lugares, más que emblemáticos, identificativos, que otorgan la particular idiosincrasia que caracteriza a Madrid (la chocolatería de San Ginés, ¡el Metro!, los barrios del extrarradio), a Hondarribia (el mar, su situación fronteriza, la gastronomía de gourmet) y a Vejer de la Frontera (el albo de sus paredes, lo estrecho de sus calles, la desinhibición de una playa). Y, a todo ello, se le suma un pequeño bocado de Roma que el autor ofrece al principio, a parte de varias referencias a la cultura —más internacional— de Italia: Totò y Peppino, Ferzan Özpetek, los maritozzi

Edificio Metrópolis en la Gran Vía madrileña

El Barrio de la Marina en Hondarribia

Vejer de la Frontera y la tranquilidad de sus casa blancas


Y, sí, nombrar a Federico Moccia parece significar amor adolescente, romanticismo tierno, lágrimas de despecho, ilusiones prohibidas… Sin embargo, ésta no es una historia de amor, sino una historia sobre el amor, pero no solo. También se tratan otros temas, como la pérdida de un ser querido y referente vital, la generosidad y la paciencia de la amistad, el miedo a todo superado por las ganas de aventurarse y continuar aprendiendo…

Y llegamos al estilo. En absoluto se puede decir que es elaborado. Al principio, cuesta seguirlo, porque es como un joven demasiado… joven: rápido, impetuoso, exaltado —hay más signos de exclamación que puntos—, directo e incansable como ellos dos, no en vano es el propio Nicco quien cuenta la historia. Así que se puede afirmar que la narrativa de Tú, simplemente tú refleja el carácter de sus protagonistas, cosa que también queda patente en los diálogos. Estos actúan con una efectividad demoledora frente a las descripciones. Es decir, nada de lo que se diga sobre Gio va a contarle más al lector que lo que el propio personaje deje salir por su boca.

Otro factor a destacar es el sentido del humor que desprende cada página. Hasta en los momentos más difíciles o con más transcendencia romántica, la sonrisa, cuando no la risa, está asegurada. Las peripecias “turísticas”, el afán conquistador de Gio, la ingenuidad de un Nicco que se cree muy maduro, las situaciones rocambolescas… todo contribuye a ese tono de comedia algo absurdo tan propio del cine italiano. Y, quizás, sea ahí donde se hace relevante ese trasfondo común de aire mediterráneo. El lenguaje del amor puede que sea internacional, y esa partida Moccia la tiene ganada incluso antes de repartirse las cartas, pero el humor… es una baza difícil de jugar, por el vínculo cultural, y sin embargo vuelve a conseguirlo.


En definitiva, al leer Tú, simplemente tú, el lector tendrá entre sus manos un libro que es lo que pretende ser. Esta no va de detectives, ni de sucesos sobrenaturales, no hay vampiros ni distopías, solo chavales normales en sitios reconocibles. ¿Os subís a la Vespa?

Seguid leyendo,

@rpm220981
rpm.devicio@gmail.com

2 comentarios:

  1. esta muy bien el libro, y tu comentario me ha gustado mucho,
    pero puedes explicar el final?

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  2. ¡Hola, Monttsee!

    Muchas gracias por tu comentario, me alegra que te haya gustado.

    Cuando me preguntas si puedo explicar el final, ¿te refieres a la reseña o al final del libro?

    Cuéntame...

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