12 junio 2014

Ánima

Wajdi Mouawad es un dramaturgo, novelista y actor libanés, aunque de niño emigró a Francia y, más tarde, a Canadá junto con su familia para huir de la guerra civil de su país. Su obra ha sido reconocida internacionalmente, en particular la tetralogía La sangre de las promesas, compuesta por Bosques, Litoral, Incendios y Cielos. Dos de ellas con sendas adaptaciones cinematográficas y una nominación al Oscar como mejor película extranjera.

Incendies fue nominada al Oscar en 2010

Un día, Wahhch Debch llega a su casa y se encuentra a su mujer, Léonie, en el suelo, brutalmente asesinada. Las autoridades, bajo su insistencia, le dan el nombre del “presunto” asesino, ya que además de apuñalarla a ella y al feto del bebé que esperaban, le practicó una incisión en el abdomen por donde la violó hasta eyacular, dejando allí su semen y ADN.

Wahhch Debch, quien resulta ser un niño palestino rescatado de la masacre perpetrada por las fuerzas falangistas cristianas en el campo de refugiados palestinos de Sabra y Chatila (Líbano) en 1982, emprende la búsqueda de Welson Wolf Rooney, el asesino, con el propósito de mirarlo a la cara y asegurarse de que no ha sido él mismo quien le hizo esa atrocidad a su amada Léonie. Y, sin embargo, no quiere venganza, está triste, no rabioso.

Pero no es esta una historia de “investigación”, no hay casi nada por descubrir. Lo que busca Wahhch Debch es su propia memoria, porque algo en el asesinato de Léonie ha despertado recuerdos de la matanza donde murió toda su familia biológica.

Y es que el personaje de Debch en sí mismo es, además del protagonista, quien da sentido a la novela, actuando como nexo común entre las distintas —o no tanto— historias.

A su alrededor hay multitud de personajes, humanos y animales: Mason-Dixon Line, Coach, el coroner Aubert Chagnon, Janice, Chuck, Motherfucker, Najma, Maroun Debch, Nabila, Winona… Pero ninguno de ellos tiene una presencia dominante, sino efímera. Y sus motivaciones y conductas no son fáciles de comprender a priori. Incluso cuando se conocen más datos de su pasado o más rasgos de su personalidad, al lector occidental de vida “acomodada y segura” probablemente le generen extrañeza y lo empujen a cuestionarse varias cosas. Por ejemplo, ¿por qué Wahhch no desea vengarse?

Wajdi Mouawad, el autor


La acción se inicia en Montreal, en el piso donde Léonie y Wahhch Debch comparten su felicidad, pero el periplo de este último a lo largo y ancho de Canadá y Estados Unidos será intenso y curioso. Lo llevará a una reserva india, donde los mohawks viven segregados del resto de ciudadanos canadienses y en la que imperan unas leyes distintas. Pero no será el único contacto que tenga con los indios nativos y comprobará que existen muchas caras de una misma realidad.

Además, su recorrido guarda, en cierta manera, unas profundas conexiones con la Biblia —los nombres de los pueblos evocan pasajes del libro religioso— que no pueden pasar inadvertidas, como no lo pueden hacer las referencias a la colonización cristiana de Norteamérica. Es un viaje del frío al calor más infernal.

Las 445 páginas de la obra están divididas en cuatro partes —al margen de agradecimientos y notas— con los siguientes títulos: Bestiae verae, Bestiae fabulosae, Canis lupus lupus y Homo sapiens sapiens. Cada una de ellas, a su vez, está conformada por breves —a veces, brevísimas— intervenciones de los narradores, cuyos nombres científicos les dan título.

Y es ahí donde está lo mejor de la novela, Wajdi Mouawad utiliza la perspectiva de los animales —en pasado y presente, de forma indistinta— para contar la historia. Por ejemplo, la escena en que Wahhch encuentra el cuerpo vejado y destrozado de su mujer la narra su gato, Pitô.

Lo que consigue el autor con esta diversidad de voces narrativas a través de las bestias probablemente sea despojar de eufemismos humanos el salvajismo brutal del  hombre. Porque ese es un rasgo que queda muy claro: los seres humanos son capaces de los actos más abyectos con fines estúpidos o por el mero disfrute.

Wajdi Mouawad no cuenta una historia sencilla, Ánima (Destino, 2014) es difícil de leer. Y no tanto por ese continuo cambio de narrador, sino por la decisión de la violencia, la crudeza, lo macabro, la brutalidad como medio para transmitir conceptos, sentimientos y sensaciones.

“Todo era amarillo y rojo. Amarillo de las luces, rojo de la sangre. Entrábamos en las casas y ametrallábamos, degollábamos, añadíamos rojo al rojo. Uno de los nuestros, el hijo de un carnicero, buscaba a los bebés. Gritaba a diestro y siniestro ¡Sacad a los bebés, sacad a los bebés! Cuando encontraba alguno, le abría el vientre, le arrancaba el hígado y se lo comía, humeante, calentito. Luego tiraba al bebé como una bolsa vacía. Yo me reía porque me daba cuenta de que había olvidado por completo que era un bebé lo que tenía entre las manos. Lo había olvidado. Debía de pensar que tenía un shawarma envuelto en papel de celofán. En su cabeza, era el papel lo que tiraba.”

Pasajes como el de la cita anterior se suceden a lo largo del libro. ¿Logran su objetivo? Sí, ¿pero a qué precio?

Los temas que trata Mouawad son varios, como sucede en la mayoría de casos, pero los principales son la búsqueda de la identidad propia, la ausencia de humanidad del hombre —sin poder justificarse con el instinto de supervivencia—, el daño constante que los seres humanos les infligen a los animales y a sus propios congéneres, el odio a lo diferente y sus consecuencias…

Ánima, imagen de cubierta

En definitiva, Ánima es una novela muy bien escrita, Wajdi Mouawad hace un trabajo estupendo en cuanto a la labor narrativa, a la denuncia histórica y el análisis social-natural. Sin embargo, el lector ha de ser consciente de que no tiene entre sus manos la sutileza de las palabras, sino su poder más devastador para hacerle vivir situaciones violentas, donde la sangre, el sufrimiento, el miedo y el horror son constantes. Y, entonces, realizar su propia elección. ¿Os atrevéis?

¡Leed!

@rpm220981
rpm.devicio@gmail.com

1 comentario:

  1. Mira que no se me puede tachar precisamente de "escrupulosa" con la violencia ficticia, ya sea en libros, series o películas pero, he tenido la oportunidad de leer varios fragmentos de esta novela y me han resultado muy desagradables.
    Aunque me llamaba la atención el hecho de que la historia estuviera narrada desde la perspectiva de diferentes animales, me parece que con éste no me animo... sólo faltaba que también pasásemos malos ratos leyendo :P

    Excelente reseña, como siempre. Sigue así ;)

    ¡Saludos!

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