17 julio 2014

Benditas ruinas

Jess Walter es un escritor estadounidense que tiene en su haber seis novelas publicadas, entre otros libros de relatos y de no ficción. En España lo conocemos por Las finanzas de los poetas, elegida Libro del año por numerosos medios de prestigio en 2009, y Ciudadano Vince, con la que ganó el Edgard Allan Poe Award en 2006 y la nominación como finalista al National Book Award.

Benditas Ruinas (Ediciones B, 2014) o Beautiful Ruins, como se titula originalmente, llega hasta nosotros con el aval de permanecer más de cincuenta semanas en la lista de más vendidos de The New York Times y de encabezarla repetidas veces. Lo que supone un reconocimiento del público, además del que sin duda han hecho los críticos, quienes han llegado a ver en ella rasgos de la literatura clásica.

Benditas ruinas, imagen de cubierta

Pasquale Tursi es un italiano que a sus 22 años regenta un minúsculo hostal con pretensiones de hotel en la pequeña localidad costera de Porto Vergogna. En la primavera de 1962, unos meses después de haberlo heredado, llega hasta allí una joven actriz americana, Dee Moray. Ella ha abandonado el rodaje de la mítica Cleopatra de Joseph Mankiewicz, Elizabeth Taylor y Richard Burton, y espera encontrarse con alguien allí.

Pero Jess Walter utiliza una estructura interna no lineal para ir administrando la información del pasado en distintos momentos con fragmentos que intercala a través de una narración, que ha llamado “recientemente”, en cada capítulo dedicada a ella. Es decir, ha situado dos puntos en el tiempo; el primero arranca cuando Dee Moray y Pasquale Tursi se conocen en 1962 y el segundo, en la actualidad en Hollywood. Ambos están condenados a encontrarse y, entre medias, se desarrolla una historia de esas que no se olvidan, un guión de una película, el borrador del primer capítulo de unas memorias censuradas y muchas otras cosas más hasta llegar a las 365 páginas que respetan una estructura externa de 21 capítulos bien diferenciados, tanto por el uso de tipografías alternativas cuando el formato es otro como por los tiempos verbales que oscilan con precisión entre el pasado en Italia y el presente en Estados Unidos.

Beautiful Ruins, la imagen de cubierta
de la edición original

La voz narrativa, salvo excepciones (memorias, guión, etc.), es en tercera persona del plural, lo que conduce a pensar que el narrador es omnisciente por mucho que se adhiera a la perspectiva de determinados personajes según el momento. Pero la verdad es que, siendo omnisciente y conociendo toda la historia, lo disimula muy bien, porque en muy pocas ocasiones advierte al lector con frases anacrónicas del tipo “poco sospechaba que aquello le traería tanta felicidad”.

Curiosamente, en el comienzo de ambos momentos temporales, hay cierta similitud en cuanto a la edad de los personajes, aunque el rol quizás no sea exactamente el mismo. En 1962, son Pasquale y Dee, dos jóvenes veinteañeros cuyas decisiones marcarán sus vidas. En la actualidad, Claire y Shane Wheeler avanzan hacia la treintena, pero igualmente sus vidas están a punto de dar un giro en una dirección o en otra, lo necesitan, tanto ella como ayudante de producción del mismísimo Michael Deane, como él, un escritor que no sabe si escribe novelas, guiones o reality shows.

Los personajes de la “madurez” los representan por un lado Alvis Bender —escritor estadounidense— y, por otro, Pat Bender —músico y artista—, quienes demuestran cierto desarrollo psicológico a lo largo de los años. Y también, en ambas narraciones, está la figura del amante quizás no conveniente.

Finalmente, los personajes ya ancianos, que demuestran cómo el paso del tiempo es solo una circunstancia porque la esencia del ser humano suele permanecer inmutable… a esos tendrá que descubrirlos el lector.

Los escenarios están, en su mayoría, ubicados en Estados Unidos e Italia, el hotel en Porto Vergogna y sus alrededores, los estudios cinematográficos en Hollywood, Washington, Seattle, Florencia, Roma…

Fotograma de Cleopatra con Elizabeth Taylor
y Richard Burton

A priori el argumento, probablemente, no tenga nada de novedoso, aunque el incluir entre sus personajes a Richard Burton y Elizabeth Taylor le da un toque de originalidad muy atractivo. Sin embargo, el buen pulso que demuestra Jess Walter a la hora de entretejer los hilos de la historia, que son muchas y una sola, marca la diferencia y hace que merezca la pena dejarse emocionar por Benditas ruinas (Ediciones B, 2014).

En definitiva, esta novela puede calificarse como retrato de distintas generaciones en torno al mundo del cine, de las personas que componen el arte y su negocio, pero también es un tributo a los amores anónimos, desconocidos, sin conocer, por vivir. En Benditas ruinas, las pasiones, los sueños y las esperanzas existen en el interior de cada uno, y después, alrededor, está la vida.


¿Quieres saber qué sucedió en Porto Vergogna durante la primavera de 1962? Ponte a la sombra y pertréchate con agua fresca, porque pasadas las primeras páginas, te costará dejarlo.

Leed y leednos, también

@rpm220981
rpm.devicio@gmail.com

1 comentario:

Eres libre, ¿no? ¡Pues, opina!