31 julio 2014

Mis Whatsapp con mamá

Alban Orsini es un consultor científico, doctor en Química orgánica y crítico teatral. Durante un año, estuvo publicando en Tumblr las divertidas conversaciones entre una madre y su hijo por Whatsapp y fue así como se generó la idea para Mis Whatsapp con mamá.

Mis Whatsapp con mamá,
imagen de cubierta

En los últimos años, la comunicación ha evolucionado de forma exponencial o, al menos, lo han hecho sus métodos. Lejos quedan ya las cartas que tardaban días o semanas en llegar —dependiendo de la distancia—, e incluso las llamadas telefónicas han ido perdiendo terreno. Porque ahora lo que mueve ese intercambio de información y, sobre todo, el juego interpersonal son las redes sociales (Facebook, Twitter, LinkedIn, Google +…) y los servicios de mensajería instantánea. Pero no los sms ni aquellos mms que nunca quedó muy claro dónde estaba la diferencia (¡Qué locura! ¿Cómo se podía pagar por enviar un mensaje?), sino Whatsapp y demás aplicaciones de los smartphones —principales responsables de esta revolución comunicativa— como puedan ser Line, Telegram, Viber, MyEnigma… La lista es larga y cada día parece aumentar, pero ya nadie se sorprende ni le resulta extraño. Aunque su implantación entre los miembros de ciertos sectores de edad y costumbres no ha sido tan fulminante. Y ahora, pasado el tiempo, lo que parecía una novedad al servicio de la juventud más innovadora se ha convertido en una herramienta cotidiana que no solo tienen los amigos, sino que también está al alcance de… ¡las madres!

Pero… ¿qué puede querer decir una madre por Whatsapp a su hijo ya independizado? ¿Herramienta o arma? Eso es lo que averiguará el lector con Mis Whatsapp con mamá si es que no lo está experimentando ya de primera mano.

La estructura es muy sencilla, pero original. Quizás, en eso, se puede decir que emula un poco y a su manera a Contra el viento del norte de Daniel Glattauer o, incluso, a Donde termina el arco iris de Cecelia Ahern.

Se trata de una sucesión de pantallazos del móvil en la sala de chat de un hombre joven (veintena larga o treintena) con su madre. Y en cada pantallazo, Alban Orsini consigue, con unas pocas líneas cruzadas, enviar un mensaje al lector, que es testigo silencioso de las ironías, bromas y enfados de esta madre con su hijo.

Así que no hay narración y, por tanto, no existe una voz narrativa ni la perspectiva que da ésta. Es decir, únicamente hay diálogos, breves diálogos llenos de humor. Y esos factores agilizan la lectura bastante.




En esta suerte de cómic sin viñetas ni dibujos (aunque con unas ilustraciones interiores bastante divertidas), solo con bocadillos, los personajes principales son la madre y el hijo. Ninguno de ellos tiene nombre, dando ese enfoque universal, haciendo que esa madre pueda ser la de cualquiera y el hijo podamos ser cualquiera de nosotros… o al revés.

Él es gruñón, despreocupado, egoísta… y ella es divertida, insistente, provocadora. Y su relación, en la distancia de un viaje en tren, es fluida a pesar de la diferencia generacional, de los intereses encontrados y los juicios sobre las decisiones del otro. Aunque queda claro que… una madre siempre es una madre.

Hay otros personajes, sin voz, como son Diane, el Vecino Boris o el gato Grisillo. Y, después, está la Abuela, que sí interviene y a la que se podría calificar, si esto fuera una serie, de estrella invitada.

Albar Orsini, una ilustración de Vivi
Lablonde obtenida de la red

La temática que desarrolla la historia es la comunicación entre madre e hijo, que permanece igual por mucho que el medio o las vías hayan cambiado. Pero también está muy presente el afecto, la paciencia, el poder del ingenio en la palabra…


Resumiendo, una lectura muy amena, divertida, entrañable y que impulsa al lector a sentirse identificado (en cualquiera de los dos bandos). ¿Os apetece algo ligero para llevaros a la playa o para haceros más llevaderos los días de calor sin escapadas? Echadle un ratillo a Mis Whatsapp con mamá.

Lean, señores,

@rpm220981
rpm.devicio@gmail.com

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