20 noviembre 2014

Donde empieza todo

Anna Casanovas demuestra una disciplina impresionante con el nivel y la calidad —en mejora constante— que está teniendo su producción, ya de por sí importante sin incluir los títulos que firma bajo pseudónimo.

Hace pocas semanas uno de sus libros, Saltar al vacío, era protagonista en esta sección y hoy vuelve por tercera vez. En esta ocasión, la historia nos la cuenta en Donde empieza todo.

Donde empieza todo de Anna
Casanovas

Donde empieza todo es, como suele suceder con las novelas de Anna Casanovas, no  una continuación de otras historias, sino una parte del puzzle o, más bien, del mosaico que conforman sus series. Ésta “encaja” en Las reglas del juego, tras las ya publicadas Las reglas del juego y Cuando no se olvida. Y, aunque el lector se reencontrará con algunos personajes e incluso verá ciertas situaciones que le resulten conocidas, esta vez la perspectiva le llegará desde otro lado.

Las reglas del juego, imagen de cubierta

Cuando no se olvida, imagen de cubierta

¿La sinopsis? Harrison MacMurray, el misterioso hermano de Kev de Las reglas del juego, resulta ser una suerte de espía informático con muchas incursiones en el trabajo de campo. Supuestamente, es un empleado del gobierno estadounidense, sin embargo, la agencia secreta para la que trabaja no depende directamente de ningún organismo oficial. Y ahora ese grupo de élite ha de investigar las muertes en extrañas circunstancias de dos matemáticos y dos altos mandos del ejército. El único hilo del que pueden tirar es el que conduce hasta el joven gobernador Benedict Holmes y será Harry el enviado para infiltrarse en su equipo como informático.

Una misión peligrosa y con cierto grado de complejidad relativo, hasta que Victoria, la mujer de Benedict, abre la puerta y el mundo de Harrison MacMurray queda patas arriba. A partir de entonces, no solo estará en riesgo su vida, sino mucho más.

Este giro argumental, con investigaciones e incógnitas por descubrir, no es del todo nuevo en las obras de la autora, por ejemplo, ahí está la saga de La hermandad del halcón. Pero lo novedoso es que continúa con esa evolución estilística a la hora de narrar las historias. Esta vez, no solo juega con los cambios de perspectiva en la voz narrativa ni con los tiempos verbales en los que esta va fluyendo, como ya hizo en Doce años y un instante y Saltar al vacío. En Donde empieza todo, además, altera el orden cronológico y rompe con la linealidad clásica, usándola en beneficio de la historia para generar en el lector incertidumbre y la necesidad de continuar leyendo para averiguar qué sucedió, cómo las cosas pudieron acabar así, ir en busca del punto “donde empieza todo”.

Por otra parte, la historia entre Harry y Victoria no es fácil, nunca lo fue. Desde el principio, todo estaba en contra y nunca fueron ni Olivia Pope ni el presidente Grant para enderezar el mundo a su manera. La suya es una historia dura, quizás —subjetivamente— no tan amarga ni intensa como las de los hermanos Nualart, porque esta vez la tensión se reparte entre la trama de la investigación y el amor inconveniente. Pero ya los primeros párrafos dejan claro que no es un paseo por el parque.

Sobre los personajes, decir que el carácter de los protagonistas, quienes conforman el 95% de la obra, es algo por descubrir, porque para entenderlos es necesario conocer sus circunstancias y eso implica adentrarse en la novela. Así que mejor no añadir nada más para no desvelar ni restarle magia.


Y ya de forma personal decir que llevo un mes con esta entrada pendiente desde que leí la novela y ya entonces pensé que Donde empieza todo era una novela de besos. Hoy, tras leer la última y divertida entrada de su blog, he de añadir a eso que acrobacias las justas. Además, quizás de manera inevitable, al leer estos 25 capítulos, he tenido en mente Donde siempre es otoño de Ángeles Ibirika. Sin embargo, y todo desde un punto de vista subjetivo, creo que la evolución de ambas ha sido muy diferente.

Y ya que estaba la cosa subjetiva...
Fijaos cómo imaginan los lectores
al hermano de Harrison, Mac

¡Leed!
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